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Reportaje realizado por Laia Ruich y Aitor Marichalar para TV3, Televisión de Catalunya

miércoles, agosto 30, 2006

Casa Fassman

Fassman no concebía pasar las vacaciones fuera de su pueblo natal. Su familia se había marchado del pueblo antes de la Guerra Civil. Casa Mariot tenía otros dueños. Pero era la tierra la que le llamaba y sólo en ella se sentía en su casa, aunque estuviera alojado en el hotel o en casas alquiladas.
Un día del verano del 65, a la hora de comer, mi padre llegó con unos minutos de retraso a la mesa del restaurante del Hotel Pessets donde su mujer y yo le esperábamos algo extrañadas. Era estrictamente puntual a la hora de las comidas y exigía la máxima puntualidad. Se sentó sin dar explicación alguna y empezó a comer en silencio, un silencio tenso y eterno. Algo grave tenía que ocurrir para que, además de llegar tarde, se saltara las bromas con que comenzaba las comidas. De pronto soltó a bocajarro: "He comprado una montaña." Tras un instante de desconcierto, su mujer y yo nos echamos a reir. Pero no era una broma. Acababa de comprar dos hectáreas de montaña separadas del pueblo por el río. Esa misma tarde, en el café del Hotel Pessets, Fassman pidió un papel a un camarero, dibujó rápidamente un plano sencillo y se lo extendió a su amigo y constructor Aleix Faurat. "Me harás esta casa en Triago," le dijo. No recuerdo lo que le contestó Aleixet. Recuerdo la cara de los dos hombres -caras de roca, caras pallaresas- en las que resultaba muy difícil descubrir emociones. Si Aleixet pensó que Fassman se había vuelto loco, no lo manifestó.
Triago era una montaña boscosa donde en un tiempo habían corrido tres fuentes. Separada del pueblo por un río de aguas bravas, sólo paracticable en piraguas y medios similares, parecía no tener otra misión en el mundo que contribuir a la imponente belleza del paisaje pirenaico. Ya era difícil que un vehículo de motor pudiera acceder a ese paraje. Que se pudiera construir algo allí parecía imposible. ¿Por qué escogió precisamente ese lugar?
Fassman siempre sostuvo que en Sort se concentraba una especie de energía que emanaba de la tierra misma. Durante mucho tiempo se dedicó a buscar la máxima concentación de esa energía en paseos solitarios por el pueblo y sus alrededores. Una mañana, durante uno de esos paseos, se desvió de un antiguo camino que bordeaba el margen derecho del rio y subió montaña arriba dejándose llevar por su intuición. La intuición le condujo a Triago.
Casa Fassman se inauguró en el verano de 1966. El profesor la llamó Refugio Fassman porque en realidad era su refugio. Hoy sigue siendo el refugio de su recuerdo. Quince años después de su desaparición, la casa sigue recibiendo la visita y los homenajes de sus alumnos y amigos.





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