En un momento del debate, de acuerdo con la dinámica del programa, se pidió al profesor Fassman que hiciera una demostración de hipnosis. El profesor realizó, con cinco voluntarios, los números de hipnosis que hacía en el teatro y llevó a una joven a lo que era, aparentemente, una regresión hipnótica. Concluída la demostración, se dio la palabra a las personas del publico que lo solicitaban. Un grupo de espectadores que dijeron ser ilusionistas empezó a atacar los experimentos que el profesor Fassman acababa de realizar acusándole de ser un farsante. Se organizó una discusión airada entre quienes atacaban y quienes defendían al profesor. El profesor contemplaba el alboroto en silencio mirándoles a todos con esos ojos suyos que parecían asomarse al mundo desde una profundidad insondable; soportando, sin un gesto, las acusaciones que pretendían lanzar una mancha negra de duda sobre sus sesenta años de carrera profesional.
Reportaje realizado por Laia Ruich y Aitor Marichalar para TV3, Televisión de Catalunya
jueves, junio 25, 2009
LA NOCHE DE LA INFAMIA
En un momento del debate, de acuerdo con la dinámica del programa, se pidió al profesor Fassman que hiciera una demostración de hipnosis. El profesor realizó, con cinco voluntarios, los números de hipnosis que hacía en el teatro y llevó a una joven a lo que era, aparentemente, una regresión hipnótica. Concluída la demostración, se dio la palabra a las personas del publico que lo solicitaban. Un grupo de espectadores que dijeron ser ilusionistas empezó a atacar los experimentos que el profesor Fassman acababa de realizar acusándole de ser un farsante. Se organizó una discusión airada entre quienes atacaban y quienes defendían al profesor. El profesor contemplaba el alboroto en silencio mirándoles a todos con esos ojos suyos que parecían asomarse al mundo desde una profundidad insondable; soportando, sin un gesto, las acusaciones que pretendían lanzar una mancha negra de duda sobre sus sesenta años de carrera profesional.
domingo, junio 21, 2009
Iker Jimenez y Milenio 3 honran al profesor Fassman en la Cadena Ser


domingo, junio 14, 2009
Fassman predice la muerte del coronel Delgado Chalbaud

Te hago llegar, con todo afecto, un beso
Enrique Estéguy ABRACADABRA
FASSMAN y Carlos DELGADO CHALBAUD
Hace ya muchos años, el Dr. Francisco (Paco) SCANNONE y su esposa me relataron una extraña historia en relación con el hipnotizador, vidente y mago español, José Mir, alias “FASSMAN”, en relación con Carlos DELGADO CHALBAUD.
Estaban, un grupo de unas treinta personas (de los cuales sólo quedan dos vivos, X y otra señora que desafortunadamente no puede dar testimonio pues sufre la enfermedad de Alzheimer), invitados casa del Dr. Alfredo MACHADO GÓMEZ y su esposa Carmen ZINGG de MACHADO en El Paraíso, y Alfredo trajo como entretenimiento de esa noche al mago FASSMAN, muy de moda en aquel momento, de paso por Caracas (donde presentaba diariamente su acto en el TEATRO NACIONAL). Ha debido ser el día 3 de noviembre de 1950.
En primer lugar, Fassman no era mago, era mentalista. El mentalismo es una rama del ilusionismo y, puesto que el ilusionismo se ha confundido desde siempre con la magia, es probable que de aquí se derive la confusión. En el capítulo XIX, llamado Los embaucadores, se clarifican los términos especificando el oficio de cada cual. En cuanto a Fassman, nunca practicó la magia; de hecho, no creía que ningún tipo de magia tuviera otro efecto que el que le ortogaban las creencias de cada cual.
En segundo lugar, Fassman no era vidente. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, el término, en su sentido esotérico, aparece con dos acepciones: persona que pretende adivinar el porvenir o esclarecer lo que está oculto y persona que tiene visiones sobrenaturales o que están fuera de lo que se considera común. A lo largo de su vida profesional, Fassman tuvo que expresarse ante la prensa con el lenguaje estereotipado que utilizaban mentalistas, futurólogos y otros profesionales análogos desde los inicios de los espectáculos "psíquicos" a finales del siglo XIX. En privado, siempre manifestó serias dudas sobre el fenómeno de la precognición, atribuyendo las profecías a la clarividencia natural, a la habilidad deductiva o a la casualidad. Hay una anécdota en el capítulo XX, Las Américas, que ilustra su postura al respecto. Al ser requerido en La Habana por un periodista para que dijera qué número saldría agraciado con el primer premio de la lotería, Fassman soltó el primer número que le pasó por la cabeza. El hecho de que no comprara ese número demuestra que Fassman no pensó en ningún momento que se tratara de una premonición. Cuando el número resultó, en efecto, premiado, Fassman lo atribuyó a la pura casualidad.
Ningún dato objetivo en la vida de Fassman demuestra que tuviera o creyera tener la capacidad de adivinar el futuro. La única evidencia de que la tuviera, la constituyen las anécdotas como la que nos refiere el Dr. Kerdel-Vegas. Pero, ¿cuánto tienen de objetivo ese tipo de relatos y cuánto de elaboración posterior? Son miles los que afirman que Fassman hacía predicciones en sus consultas y en las reuniones particulares en las que actuaba. ¿Verdaderamente hacía predicciones que se cumplían o eran las personas, condicionadas por la hipnosis, las que así lo creían?
José Mir Rocafort sí tuvo que sufrir desde la infancia los efectos de una facultad que le hacía intuir, de algún modo, la muerte próxima de una persona (ver capítulo IX, Una facultad incómoda), pero nunca creyó que el fenómeno indicara que podía "ver" el futuro. Durante muchos años intentó encontrarle una causa a esa facultad tan extraña como dolorosa, pero nunca lo consiguió. Terminó aceptando que esa facultad, como otras que no comparte la mayoría normal -la memoria eidética, por ejemplo-, pertenece a los misterios de la mente que la ciencia aún no ha conseguido explicar.
Si a todo lo anterior se añade que Fassman nunca dijo ni mafestó en modo alguno que tuviera visiones, hay que concluir, sin lugar a dudas, que no era vidente.
En cuanto a la asistenta o ayudanta de Fassman, se trataba de su esposa, Josefina de la Iglesia, que con el seudónimo de Miss Deyka participó en su espectáculo hasta la separación de ambos en 1954.
Fassman y Deyka se presentaron varias veces en Venezuela entre 1950 y 1954. En 1953 abrieron en Caracas una sala de fiestas, "La Cueva del Guácharo." Fassman salió del país en 1954 y volvió en visita privada en el 58. A finales de los sesenta empezó a visitar Caracas una vez al año, hasta 1977, para impartir sus cursos de Dinámica Mental.
