No cabe duda de que la polémica, inteligente o no, entretiene. Tampoco cabe duda de que el entretenimiento se ha convertido en una necesidad vital para todos los que tenemos que luchar por la supervivencia en este ajetreado siglo. Así que, después de pensárnoslo durante bastante tiempo, hemos decidido compartir con vosotros ciertos temas polémicos que algunos amigos nos han planteado en sus mensajes y que, hasta ahora, hemos estado tratando en privado. Aquí va el primero.
Quien busca por Google escribiendo la palabra Fassman, se encuentra, en primer lugar, un artículo sobre el profesor aparecido en Akásico. La segunda entrada corresponde a un blog de contenido político en el que Fassman aparece, gracias a la imaginación del autor, comparado con el Sr. José Luis Rodríguez Zapatero. Para atribuir al presidente del gobierno facultades hipnóticas como las de Fassman, este señor cuenta en su blog que presenció y participó en un espectáculo de hipnosis del profesor, que se dejó inducir como los demás a lo que el profesor quiso inducirle, y que luego se dio cuenta de que todo había sido un truco. Termina lamentándose de que el profesor muriera llevándose el importe de su entrada.
Supongo que este señor sabe perfectamente, como lo sabemos todos, que nunca se ha dado el caso de que a alguien se le deuelva el importe de la entrada por una película o un espectáculo cualquiera que no le haya gustado. Ese lamento no debe ser, por lo tanto, más que un recurso retórico para dramatizar su narración. Además, considerando que el pobre estuvo ardiendo un buen rato de vergüenza propia y ajena, según él mismo manifiesta, más bien parece que, lejos de aburrirse, disfrutó durante un buen rato lo que ahora llaman un "subidón." Esto, por sí solo, haría injusta su queja, pero el destino -¿o tal vez una causa paranormal?- ha hecho que este señor contrajera, al cabo de muchos años, una deuda de gratitud con el profesor Fassman que supera con creces el importe de una entrada de teatro. Paso a explicar en qué consiste la deuda y vosotros juzgaréis quién le debe a quién.
La primera vez que visitamos el blog de nuestro vecino para responder al mensaje de una amiga del extranjero que no entendía los líos políticos de nuestro país ni qué hacía el nombre de Fassman en ese berenjenal, nos encontramos con una página que languidecía desde el 2004, fecha de su última actualización. Poco después, nuestra bitácora y la página oficial de la biografía del profesor Fassman empezaron a subir en los índices de Google como iba subiendo el número de visitas. Pues bien, ahora sabemos que el batiburrillo de nuestro vecino de Google está disfrutando de una revitalización gracias a la cantidad de personas que, habiéndose enterado de nuestro proyecto en los medios, buscan la página de Fassman escribiendo sólo su nombre. Tanto se ha reanimado, que su dueño ha modernizado el formato y ha puesto al corriente la fecha de actualización. Lo que no ha cambiado ni en una coma ha sido el texto de 2004. Sigue siendo exactamente igual, y se comprende. ¿Por qué iba a actualizar sus críticas al presidente del gobierno utilizando otros recursos cuando el nombre de Fassman le ha ido tan bien?
En cuanto a la supuesta sobrina de Fassman que en ese blog le da la razón al dueño y afirma conocer los trucos que utilizaba su "tío", sólo puedo decir que no tengo constancia de que alguien haya perdido el juicio en la familia de mi padre. De lo que sí estoy segura es de que mi padre nunca compartió con nadie los trucos que pudiera haber en números exclusivamente suyos. Teniendo yo diecisiete años le pedí que me revelara el secreto de "El crimen perfecto." Se trataba de un número espectacular en el que Fassman encontraba, con los ojos vendados, un puñal previamente escondido en la platea por un voluntario, una "víctima" previamente selccionada entre el público, y el lugar exacto del cuerpo de la víctima en el que otro voluntario, el "asesino," había asestado la puñalada mortal marcándolo con tiza. Mi padre me clavó los ojos sonriendo con su sorna de sabio pallarés. "Te lo cuento el día que te dediques al teatro," me dijo. La negativa no podía ser más rotunda porque los dos sabíamos que no existía ni la más remota probabilidad de que ocurriera tal cosa.
Algunos amigos nos dicen que hagamos algo contra este blog y otros de la misma índole en los que unos ingenios brillantes han inmortalizado el simbiótico nombre de Zapafassman. Lo único que podemos y queremos hacer es desearles sinceramente que disfruten su ascenso en los índices. Lástima que ya no puedan pagar su deuda con el profesor en este mundo. Tal vez en el otro, cuando les llegue la hora que nos tiene que llega a todos. ¿Quién sabe?
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