Ayer recibimos un mensaje muy divertido de un visitante anónimo. Como el humor era una cualidad que Fassman cultivaba y recomendaba, y como es una de las mejores cosas que se pueden compartir, publicamos aquí el mensaje íntegro para regocijo de todas las visitas.
Hola, escribo para deciros que el profesor Fassman hipnotizó a mi abuelo y le hizo clavar dos palos y unirlos con un hilo de metal para poder tender su ropa (la de Fassman), simplemente porque no tenia ganas de hacerlo él mismo. Quisiera pedirle a vd., MMIR, si es quien dice ser, que me pida perdón en nombre de su padre por hacer trabajar a mi abuelo hace unos treinta años en contra de su volundad. Atentamente, Anónimo
Apreciado anónimo: En primer lugar le aclaro que sí soy quien digo ser, o al menos eso me parece. No sé si los demás estarán de acuerdo porque sabido es que una cosa es lo que somos, otra lo que creemos ser y otra lo que creen que somos quienes creen conocernos.
En cuanto a la anécdota de su abuelo, nadie que conociera a Fassman la pondría en duda. En Sort aún viven testigos que vieron a un paisano subirse a un árbol frente al café Pessets convencido por Fassman de que era un mono; testigos que vieron en lamentable estado de embriaguez a un grupo de clientes del bar Coyote después de haberse tomado varias rondas de lo que Fassman les hizo creer que era aguardiente, aunque en realidad les habían servido agua; testigos que vieron cómo un grupo de personas que estaban en un café de la gasolinera de Rialp, se lanzaba, bajo los efectos de una sugestión de Fassman, a apagar con cubos de agua un fuego inexistente en uno de los surtidores de gasolina. Dicen que en Bilbao, en los años cuarenta, convenció a un compañero de tertulia en un café de que se le estaba hinchando la cabeza. El pobre hombre se levantó despavorido para ir al médico. Lo más curioso del caso es que cuando intentó ponerse el sombrero para salir del café, la cabeza no le entraba. Hay cientos de anécdotas de este tipo reveladoras, no sólo del extaordinario poder de sugestión del profesor, sino de su muy personal sentido del humor.
Así que a su abuelo le hizo montar un tendedero. Comprendo su indignación y me disculpo, sin ningún inconveniente, en nombre de mi padre. Consuélese considerando que su respetable abuelo no tuvo que subirse a un árbol en la vía pública, ni salir de un bar borracho perdido, ni echarle cubos de agua a un surtidor helado, ni luchar infructuosamente por ponerse en la cabeza hinchada su sombrero de toda la vida. En fin, que podría haber sido algo peor.
Millones de gracias por su colaboración y no dude en contactar con nosotros si se entera de otro de los experimentos de hipnosis con que el profesor se divertía, poniendo a prueba a sus amigos.
1 comentario:
Estoy encantado de recibir sus disculpas, MMIR. Ahora me he quedado mejor. Le vuelvo a decir; gracias por sus disculpas. La verdad es que el profesor Fassman era muy bromista, bromista de verdad, no como los que van hoy en dia por ahí haciendo el burro.
Hasta otra:
Anónimo
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