A partir de la semana que viene, en la sección "Temas" de la web, empezarán a aparecer artículos en los que se plantean diversos aspectos de la vida y el trabajo del profesor Fassman desde el punto de vista de la parapsicología. Pero antes de la primera entrega, quiero contarles una anécdota que para mi explica con claridad la relación del profesor con ese mundo que se dedica a la investigación de los fenómenos paranormales.
Hace más de veinte años, me embarqué en la aventura de fundar una editorial para publicar, en primer lugar, obras del profesor Fassman, y ampliar el catálogo posteriormente con obras de otros autores dentro de los campos de la parapsicología y la hipnosis. La primera edición se vio frustrada por asuntos familiares. Explicaré la anécdota en el lugar y en el momento adecuados. Lo que quiero contar aquí es a qué condujo aquel fracaso incial.
Todo estaba preparado para la edición del primer libro del profesor Fassman y yo había realizado una inversión considerable en la promoción de la obra cuando un frenazo brusco amenazó con provocar una catástrofe. En ese momento apareció un editor ofreciéndome un contrato para escribir una obra dividida en tres tomos: Psicología, Hipnosis y Parapsicología. El editor me daba libertad absoluta para escribir lo que quisiera desde el punto de vista que me pareciera mejor. Puede que creyera que yo lo tendría muy fácil utilizando material de mi padre. Si así fue, se equivocó. El nombre de Fassman no iba a aparecer -eso hubiera encarecido la obra considerablemente- por lo que utilizar material suyo sin poder darle el crédito debido habría sido inmoral. El primer reto que me planteó el asunto fue, por lo tanto, cómo evitar que se colara en la obra el pensamiento del profesor, único punto de vista que yo conocía entonces sobre estos temas. Después de darle muchas vueltas, llegué a la conclusión de que sólo abordando la obra desde el más estricto racionalismo podría evitar conceptos y conclusiones que, siendo del profesor Fassman, yo no me podía atribuir.
Consulté el asunto con mi padre. Estuvo de acuerdo y puso su biblioteca a mi disposición. Aún así, no las tenía todas conmigo. No dejaba de preocuparme que en las conclusiones pudiese deslizarse alguna que no fuera mía. Para curarme en salud, delimité el terreno recurriendo al llamado objetivismo de Ayn Rand, aplicado a la psicología por el Dr. Nathaniel Branden. Les elegí porque su pensamiento iba siempre por la línea recta del más estricto racionalismo y porque era de muy fácil exposición, pero, sobre todo, porque estaba de acuerdo en lo esencial con su concepto de lo que exige moralmente el hecho de ser humano y con su método para reforzar la autoestima fundado en ese concepto. Conceptos y método tenían sus fallos, sobre todo el dogmatismo y la ingenuidad de los juicios extremos, o blanco o negro; pero eso podía corregirse fácilmente matizando cuando fuera necesario. La filosofía de Ayn Rand se había asociado, sobre todo en Estados Unidos, a una ideología ética, política y económica que yo no compartía en absoltuo, eso era lo peor. Pero pensé que mi obrita no iba a llegar tan lejos y que el público al que iba dirigida no buscaría asociaciones ideológicas. Así que, finalmente, acepté.
Firmé el contrato y me sumergí durante un año y medio en textos y revistas especializados en parapsicología y fenómenos paranormales. Al principio me sorprendió sentirme como un explorador en una selva desconocida. Ya había trabajado con el profesor Fassman en la redacción de diversos textos y algo creía saber. Pero enseguida descubrí que el mapa que me había dado apenas coincidía con ese vasto y complejo territorio de fenómenos e hipótesis. Poco a poco, a medida que iba familiarizándome con los accidentes del terreno, las sensaciones de desorientación y sorpresa fueron desapareciendo y hasta pude predecir lo que iba a encontrarme en lo que me quedaba por explorar. Lo que no desapareció nunca fue la sorpresa ante lo que fue un auténtico descubrimiento. La personalidad, el trabajo, la vida del profesor Fassman tenía muy poco que ver con todo aquello, apenas lo justo para catalogarle como profesional en ese territorio, pero más como ambulante que como residente; un profesional ambulante de origen desconocido. Entonces comprendí de verdad por qué brillaba con luz propia entre tanto planeta, satélite y asteroide.
El profesor Fassman iba por libre, sin atarse a escuela, grupo o capilla alguna, dependiendo sólo de cuanto producía su mente y de su extraordinario poder de sugestión. No era un investigador de fenómenos, era un fenómeno a investigar. Pero tampoco era un dotado que atrajera la curiosidad de los investigadores; los investigadores que se le acercaron iban a aprender con él. No predicaba ningún tipo de religión ni proponía doctrina ni dogma alguno, pero atraía fieles como un guru, santón o director de secta. ¿Qué era entonces? ¿Qué proponía? No siendo un teórico, para llegar a sus propuestas hay que analizar el tratamiento y los resultados de los casos que trató; hay que estudiar lo que hacía para llegar a lo que pensaba. Por eso, hay que buscar las explicaciones, más que en sus textos, en su biografía.
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1 comentario:
Maria Mir:
Admiro profundamente su obra "El poder de la mente", fue una obra que me enseñó muchas cosas y temas, allá por mi adolescencia, desde psicología,hipnosis hasta parapsicología y filosofía. Me gustaría saber si ha realizado obras similares desde entonces y si se incluirán en la web, temas similares a los tratados en "El poder de la mente", como aplicaciones de la hipnosis a la psicoterapia, aumento de la memoria,control de hábitos,dolor, etc.
Muchas gracias. La saludo desde Argentina
Marcelo
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